EUROPA: ¡Esto es otra historia!
Desde luego, el viejo Continente, quizás por aquello de viejo, es otra cosa. En un lugar en el que tantas cosas han ocurrido es difícil que la novedad arrastre con tanta vulnerabilidad y primitivismo. Desde luego, las comunas europeas de los años sesenta fueron otro invento. El Mayo del 68 imprimió facetas mucho más políticas, a los movimientos antiautoritarios europeos y menos místicos. Los “Provos” llegaron muy lejos en sus presupuestos de construcción de una nueva sociedad y la lucha sigue-seguirá, seguramente durante muchos años. Italia y España son los nuevos escenarios. Alemania es historia triste y por eso quizá valga la pena recordar a la K—1 y la K—2, comunas pioneras que aportaron a los movimientos políticos el poder de la imaginación.
La Kl, abrió con su ejemplo el imprevisible camino de la vida comunera en Alemania. La K1 pretendía alcanzar la felicidad dd individuo mediante la supresión de las tensiones psíquicas, de la agresividad en las relaciones del grupo y de todo prejuicio y costumbres burguesas coaccionadoras. Estas fuerzas liberadas del individuo y de la comuna, serían canalizadas en una etapa posterior hacia afuera, como energía revolucionaria.
El principal contenido debía ser, por lo tanto, la revolución de la vida cotidiana y muy especialmente de la vida de relación interpersonal y sexual. En primer lugar se trataba de destruir la “privacidad” (vida privada). Toda intimidad debía quedar prohibida ya que en ella se tejían los miedos y desconfianzas características del carácter burgués, y dar paso a la verdadera cooperación y solidaridad revolucionaria. Cada comunero debía abrir su interioridad a los otros para ser curados todos por medio de la terapia de grupo psicoanalista.
Reglamentaron expresamente la prohibición de las relaciones sexuales por parejas para evitar el amor y la fidelidad burguesa, así como la descomposición del grupo en células familiares.
Todas estas pretensiones suponían un radicalismo voluntarista y una violentación autoritaria de los individuos, más fuerte que la impuesta por la moral burguesa, de ahí que la K1 degenerara en K-horror. No se puede pretender, partiendo de donde partimos, llegar hasta estos puntos. La coerción y tensiones que provocan, llegan a alterar la psique, aumentando la neurosis. La Kl, se hizo famosa en el mundo por su radicalismo erótico, exhibicionista y contestatario. Muchas veces, salieron por la T.V., explicando sus experiencias sexuales y sus fracasos, con lo que conseguían desconcertar a la gente.
La Kl era partidaria de la revolución divertida y estuvo considerablemente influenciada por los Provos. Sus miembros eran los mejores estudiantes de la Universidad Libre de Berlín: Radicales, anti-parlamentarios y anti-autoritarios. Su meta: La revolución total de la sociedad, y tanto denunciaban el imperialismo Yanqui, como el comunismo practicado en el Este. Su obsesión: desenmascarar al autoritarismo de las “demócratas” autoridades alemanas, poniendo en evidencia a la Policía.
La acción más conocida de la Kl, fue cuando el Vicepresidente Norteamericano H. Huinphrey visitó Berlín. Los comuneros invadieron el piso del escritor Uve Johnson que estaba de viaje, y lo llenaron de una cantidad considerable de cócteles Molotov y de Bombas de fabricación casera. Alertada la policía, apresó a los once comuneros en un parque a las afueras de Berlín cuando estaban haciendo una simulación de prueba de cócteles. Al día siguiente todos los periódicos daban la noticia en sus primeras páginas: “Atentado aHumphrey impedido por la policía”, pero durante la noche la Policía pudo comprobar que dentro de las bombas no había otra cosa que requesón y crema. La reacción de la prensa no se hizo esperar: “¿Hay derecho a que la Policía, en estado neurótico, pretenda alarmar a la población con meras sospechas?” El intento de desenmascarar el autoritarismo de las autoridades fue un éxito.
La K2 pretendía una acción política más inmediata y deseaba involucrarlo personal en lo político. Sin embargo, su práctica fue mucho menos política que la de la Kl. En la K2 cada individuo podía tener actividades fuera del grupo, así como las relaciones exteriores que deseara. “Sólo debe quedar muy claro que en caso de conflicto prevalece el grupo”.
La K2 fue una comuna de vida que no supo o no pudo convertir en colectivo el trabajo político. Su trabajo fue mucho más intelectual (estudiando causas, situaciones…) que vital. Fue una comuna sin fantasía, sin juego y que casi nunca realizó acciones exteriores como grupo, en contra de lo que hacía la Kl. Aunque la relación no se considerara duradera, la sexualidad funcionó por parejas. Las parejas dormían en cuartos propios, no olvidando ni una sola noche cerrar la puerta. La K2 se planteaba ir avanzando, convencida de la desaparición de los papeles sexuales, lentamente.
La K2 acabó en 1968, cuando seis personas (dos pequeñas familias) decidieron establecer una tienda de juguetes. A partir de entonces volvió la preponderancia machista y fue como si nunca hubiera existido experiencia colectiva. La seriedad y rigurosidad de la K2 quedó por los suelos. La Kl, mucho más alocada, había dado un ejemplo y la revolución divertida conmocionó a Alemania antes de que los social-demócratas de Willi Brandt (Felipe González), convirtieran a Alemania en el Primer país europeo Fascista-democrático.